Empecemos con la parte subjetiva. Desde el principio del curso hemos definido la racionalidad como la capacidad de resolver problemas utilizando para ello la razón teórica y la razón práctica. A la razón teórica, entre otras cosas, le atribuimos la capacidad de representar la realidad dentro de nuestra cabeza. Esta representación mental que nos hacemos de la realidad es la parte subjetiva del símbolo. Una realidad, en esta ocasión una serie de conexiones neuronales, que sustituye o refiere a otra realidad que está fuera de nuestra mente. Este sustituto mental de la realidad exterior es la base de toda nuestra racionalidad. Sin este sustituto, el chimpancé que tiene una rama en la mano sería incapaz de reflexionar sobre ella y convertirla en un objeto capaz de servir de caña para pescar termitas.
Y cuando la madre enseña a la cría a usar la caña, esta construyendo en la mente de la cría un sustituto mental semejante. Cuando este sustituto mental es compartido como sucede entre la chimpancé y su cría, estamos en el aspecto objetivo o compartido del símbolo y en las puertas del origen de la comunicación simbólica.
De todos los hitos evolutivos que hemos visto a lo largo de esta unidad, la aparición de la comunicación simbólica es el último y probablemente el más determinante para explicar las diferencias entre nuestra especie y el resto. ¿Cómo sabemos cuando empezó esta capacidad en los humanos? Lo cierto es que esta actividad simbólica no deja huellas fósiles, así que exactamente no puede saberse, pero si intuirse. Por ejemplo, hay ciertas conductas que implican un desarrollo simbólico al menos en sus fases iniciales:
Reconocerse en un espejo implica que el cerebro tiene una imagen mental de uno mismo.
El uso o construcción de herramientas como en los chimpancés y en el homo Hábilis y Rudolfensis
El uso de adornos corporales como plumas y pinturas como se cree que hacían los Neandertales, u objetos con una significación especial como la piedra "Excalibur" de Atapuerca que pertenecería al homo Heilderbergensis.
El arte rupestre que implica un desarrollo simbólico completo asociado a la existencia de un sistema de comunicación simbólica como el lenguaje humano.
Detengámonos un momento en el lenguaje humano y su importancia. Las palabras de nuestro lenguaje materno son las que configuran nuestras representaciones mentales de la realidad. Cada símbolo que aprendemos de nuestro grupo, contiene las aportaciones de todas las generaciones anteriores. La aparición de este tipo de comunicación nos permitió compartir cantidades inmensas de información con los demás y con las generaciones futuras y permitir el despegue definitivo de nuestra especie mediante la humanización.