3.- Vida y evolución
3.- Vida y evolución
Ya vimos en la introducción de esta unidad, que la investigación biológica y la teoría de la evolución son parte constituyente de nuestra cosmovisión contemporánea. Si bien es cierto que durante mucho tiempo las investigaciones físicas y químicas y las biológicas iban por derroteros distintos, entre finales del siglo XIX y principios del XX, la idea de la unión de ambos mundos fue cuajando.
Hemos conocido y leído a Oparín, uno de los autores que más contribuyeron a romper la barrera entre lo inorgánico y lo orgánico. A él siguieron otros muchos como el físico Schrödinger, del que también hemos hablado, y que en 1943 impartíó unas conferencias muy famosas en las que trataba de explicar, desde la física cuántica, qué es la vida. En ellas predijo la existencia de un código que condensase todas las instrucciones necesarias para la vida cuando nadie sabía aún nada del ADN y que permitiría establecer una continuidad entre el mundo de la física y química y el mundo de la vida.
Al mismo tiempo, el descubrimiento de los sistemas complejos, de los que también hemos hablado, y la naturaleza no determinista de la física cuántica, terminaron por abrir las puertas a que dos realidades en apariencia incompatibles: por un lado lo inorgánico y su naturaleza mecánica y determinista; y por otro, lo orgánico con su carácter creador y espontáneo, pudieran entenderse como fases de un mismo y único proceso natural.
La evolución nos permitía establecer un origen común para todas las especies que, mediante el proceso de la selección, fueron diversificándose hasta constituir la variedad que conocemos hoy en día.
Son dos las vías de investigación en biología que necesitamos conocer para completar nuestra cosmovisión.
Por un lado tenemos la biología molecular y la genética, que han ido desentrañando a lo largo del siglo XX y XXI el funcionamiento interno de la vida y mostrando que este mecanismo era compatible con la física y la química. Además, el descubrimiento del ADN, del ARN y el mecanismo de la síntesis de proteinas, sirvió para unificar el fenómeno de la vida. Todos los seres vivos del planeta poseen el mismo mecanismo. Esta idea encajaba con la propuesta de la otra gran rama de la biología, la evolucionista, que propugnaba el origen común de todas las especies.
La biología evolutiva, desde Darwin en adelante, siguió profundizando en el mecanismo de la selección natural y solventando todas las dificultades que encontraba. Con la llegada de los descubrimientos de la genética, se pudo al fin, ofrecer una explicación coherente de todo el proceso que nos lleva desde el mundo inorgánico al orgánico, y desde aquí, al espectáculo de variedad de la vida sobre la tierra.
En la cosmovisión anterior, el edén y su belleza eran incompatibles con el movimiento caótico de las partículas elementales. La figura de un dios, o de una inteligencia ordenadora o diseñadora, resultaba indispensable para dar cuenta de la vida, de la inteligencia o de la libertad humana. Seguramente El Bosco hoy interpretaría la creación de un modo distinto a como lo hizo en El jardín de las delicias en 1500.
Veamos un poco más en profundidad cómo se construyó poco a poco la Teoría de la Evolución.