Parménides supone un punto de inflexión dentro de la evolución de la filosofía. Lleva hasta sus últimos extremos la búsqueda de un principio explicativo de la realidad.
Toda su filosofía nos ha llegado a través de su POEMA. Dividido en tres partes, en la primera, el "Proemio", presenta su filosofía como una revelación de la diosa Aletheia (la diosa “verdad”). Las otras dos partes, están dedicadas a las dos posibilidades que se le abren al hombre en el camino del conocimiento. La primera, la "vía de la verdad", es la vía del auténtico saber, de la ciencia rigurosa. La segunda, la "vía de la opinión", es el camino por el que discurren normalmente los hombres, y que no conduce al saber cierto, sino al saber probable.
El punto de partida de Parménides es la radical separación entre el mundo del ser y el mundo del no-ser. Según nuestro autor, lo que es será siempre y jamás podrá dejar de ser, mientras que lo que no es, nunca podrá llegar a ser. Desde aquí, es fácil entender su postura entorno al principio último de la realidad. Así:
1.- Critica a todos sus antecesores por ser imposible que de un solo principio se pueda engendrar la multiplicidad del universo. Es decir, si en el inicio del mundo sólo hay agua y ninguna otra cosa más, es imposible que el agua se convierta en otra cosa distinta de si misma. Esto sería tanto como afirmar que el no-ser de pronto comience a ser, algo que es totalmente imposible. Parménides se enfrenta a la dificultad de explicar la posibilidad del cambio. Desde su perspectiva, que el agua se convirtiese en aire (por ejemplo) significaba que el agua que era, dejaba de ser; y que el aire, que no era, comenzase a ser. Esto transgredía su principio básico de que lo que era nunca podría dejar de ser y que lo que no era nunca podría empezar a ser.
2.- En el mundo, por lo tanto, solo existe una realidad: el SER. Esta, es una realidad eterna, inmóvil. Todo lo que vemos en el mundo es una y la misma realidad. Son nuestros sentidos los que nos engañan haciéndonos contemplar el movimiento, las diferencias, etc... Es decir, adopta la postura contraria a Heráclito, que afirmaba el devenir, el movimiento como lo único real. El movimiento y el cambio que observamos por los sentidos son fruto de la “vía de la opinión”, la “vía de la verdad” es la que nos permite comprender la verdadera naturaleza estática y eterna del mundo.
Esta afirmación tan aparentemente peregrina de negar el movimiento intentó ser demostrada por un seguidor de Parménides llamado Zenón de Elea que propuso una serie de argumentos para demostrar su veracidad. Estos argumentos llegaron a tener una tremenda fama en la antigüedad, llegando incluso a ser válidos durante la Edad Media.