A pesar de todas las grandes transformaciones que se produjeron en aquellos años (motores, electricidad, comunicaciones, etc.), la humanidad todavía contaba con algunas certezas rotundas que daban un poco de estabilidad a la vida. El tiempo, el espacio , por ejemplo, eran absolutos. Todo el universo compartía el mismo espacio y el mismo tiempo. Y las cosas básicamente seguían siendo las mismas cosas, aunque ahora pareciera que estaban hechas de cosas más pequeñas.
Pero en unos pocos años, todas estas seguridades se fueron al traste. Los estudios físicos de la electricidad, el magnetismo, la luz, la gravedad, etc., empezaron a lanzar cuestiones de difícil respuesta que dieron como resultado la aparición de dos grandes teorías físicas que solucionaban los problemas pero que implicaban que la concepción del espacio, el tiempo y la materia que hasta entonces se tenía, estaba equivocada. A la Teoría de la Relatividad y a la Cuántica, se le añadió en breve una nueva cosmología que nos propuso el Big Bang y un espacio en expansión como la explicación más plausible para la pregunta por el origen del universo y de la realidad. (Puedes intentar rastrear la extrañeza que todo esto pudo provocar en una mente inquieta como la de Picasso).
Veamos ahora con un poco más de detalle, qué tiene que decirnos la física sobre qué es este mundo en el que vivimos.