Cada cultura desarrolló sus propios mitos que trataban de dar cuenta de la realidad. Cada uno con sus dioses, héroes y personajes "mitológicos", pero entre todos ellos podemos encontrar una serie de paralelismos o elementos comunes. Si nos fijamos en el vídeo que narra el mito colombiano del origen del mundo (página anterior), no nos costará mucho esfuerzo encontrar similitudes con el mito del Génesis bíblico: personajes similares (la primera pareja de humanos, dios bueno, dios malo), estructura similar (creación, pecado, castigo y redención); e incluso coinciden en el diluvio universal como castigo divino.
Ambos responden al mismo esfuerzo racional primitivo por dar sentido al mundo y marcar las pautas de conductas básicas para asegurar la supervivencia, y en consecuencia, parecen usar estrategias iguales o similares dónde podemos rastrear los siguientes elementos comunes:
1.- Por regla general, los mitos refieren siempre a los tiempos inmemoriales del origen del mundo. Tiempos en los que la humanidad aún no existía. La lejanía temporal y el paso ininterrumpido de generación en generación acababan por construir un halo de credibilidad sobre el que se sustentaba el valor del mito.
2.- Los personajes principales siempre son seres superiores a los hombres, dioses, héroes, ángeles, demonios, etc., que juegan un papel decisivo en la vida cotidiana de la humanidad.
3.- Muchos de estos personajes (dioses y héroes) no son sino las fuerzas naturales incontrolables a las que se les atribuye rasgos y cualidades humanas. Este proceso se denomina ANTROPOMORFIZACIÓN . Así, el sol, el viento o la lluvia, adquieren primero características de la voluntad humana que les permite ayudarnos o castigarnos según dicte su conciencia, para ir adquiriendo después una forma exterior similar a la nuestra.
4.- El resultado de sus aventuras: guerras de dioses, amores épicos, etc...es el mundo tal y cómo existe. Las fuerzas del bien, benefactoras para con la humanidad, se enfrentan constantemente con las del mal, manteniendo como resultado un cierto equilibrio que nos permite sobrevivir. La tormenta marina, por tanto, o es un intento de las fuerzas del mal por hacernos fracasar o bien es un castigo de las fuerzas del bien por nuestros pecados.